En 1938 en el Valle de Elqui, durante la Depresión Mundial de 1929, la sobre producción de uvas en el país golpea duramente a pequeñas industrias y talleres artesanales de destiladores pisqueros. La necesidad de asociar a los destiladores en una misma entidad, para obtener menores costos y mejores precios de venta de sus productos, se visualizaba como la única opción para resistir el grave retroceso que experimentaba la economía.